El sabor de lo milenario en una copa de vino de nuestra tierra
NUESTRA HISTORIA
El sombrero y la bodega
Haber tenido la suerte de nacer en un valle rodeado de cumbres de intenso verdor, cubierto por viñedos que caen hasta el río Avia, determina la existencia y singularidad de esta bodega.
Fue lo que olí, sentí y percibí desde que era un niño lo que me trajo de nuevo aquí, a mi tierra.
Época de emigración y de sálvese quien pueda.
Mis padres Pilar y Eladio, decidieron quedarse en Galicia y continuar con la labor de lo que mejor se les daba: cultivar la vid, cosechar y vender.
En los años 50, no existía en nuestra comarca la costumbre de embotellar y poner marca a los vinos, aunque ya lo hacían en otras partes de España, así que junto con varios vecinos del Ribeiro creamos una cooperativa para dar a nuestra producción la dignidad y la presencia que merecía.
No hubo grandes resultados, al principio fueron siete años de espera para ver ingresos. Yo lo llamo el «heroísmo de la época», economía de subsistencia. Aún así, permitió a nuestros padres darnos una educación adecuada y sacarnos muy dignamente adelante.
Gracias a ellos y a los vecinos de la comarca del Ribeiro, estas viñas milenarias se han mantenido y conservado.
Un legado y mucho agradecimiento
En vida, nuestros padres nos juntaron un día a los tres y, tomando de un sombrero las partijas en tres papeles, nos legaron su herencia.
Hoy no puedo estar más agradecido a este gesto: hizo que esta tierra estuviese disponible para mí, para cuando quisiera cumplir mi sueño de regresar a la naturaleza, a la vid que me vio nacer.

Pero no todo fue inmediato.

Mi vida la estaba desarrollando en una gran ciudad, en Vigo. Allí nacieron mis hijos y era allí donde mi próspero negocio funcionaba estupendamente.
¡Pero el sueño de mi vida me llamaba!
Empecé a recuperar y actualizar la casa familiar que conforma hoy la bodega.
¡Había que traer la bodega al siglo XXI, si quería producir un gran vino!
Inicié la rehabilitación de los volúmenes construidos que ya existían. Respetando la arquitectura clásica popular gallega, usando la madera y la piedra como materiales indispensables.
Una vez reconstruido el entorno, solo faltaba nueva maquinaria, herramientas más sofisticadas y, sobre todo, la tecnología necesaria para la elaboración de nuestros propios vinos.
Hoy nuestra bodega está reconocida como una de las más originales del Ribeiro y con muy buenas calificaciones en cuanto a la calidad de sus vinos. Y no lo decimos nosotros.
