En el desasosiego de las calles
graznan y disputan los labios
en un burbujeo hueco.
La reluctancia de los nauseabundos despachos
habituados a la vagancia cotidiana
es la nueva e histórica conquista social,
es la espada que zumba
por encima de la garganta de los animales.
Nos enseñaron a meter los ojos
en la cárceles de cemento y hierro,
a relamer un paisaje
en líneas vacías,
geométricas,
difuntas
y vamos hiriendo de muerte,
suave, lentamente,
a los animales, a la Naturaleza.
Entonamos, muy alto,
el himno del nuevo Hombre
y seguimos, orgullosos,
los caminos de la nueva civilización.
Entretanto voy enterrando
en las cumbres
los tinteros
y acariciando a cada instante
el lomo de los animales!
Benito Eladio Rodríguez Fernández